miércoles, 11 de febrero de 2009

Otra noche sin Melina Passadore





El martes a la noche me sentía más vacío que de costumbre, el mundo tenía dientes y podía morderme. Aburrido, sin ninguna motivación, fui a "El Ruedo" y me pedí una de esas pizzas con ananá y cerezas, para evadirme un poco. Fue injusto: tardaron mucho en traerla y la devoré en segundos. Le pedí el diario al mozo y me lo dio ocho minutos después, de mala gana. Sin embargo le dije "gracias", con una sonrisa. Vi a mi alrededor las parejitas felices y abrazadas a pesar del calor. Tomé una birome y marqué los servicios de acompañantes más cercanos al lugar donde me encontraba. Me decidí por uno, pague la cuenta y partí.

Era una prostituta hermosa, no tanto como Melina Passadore. Pero casi, casi. Una brasilera descendiente de alemanes, blanquísima, con senos turgentes. Le tiré dos billetes de cincuenta pesos y la abracé llorando. Le pedí que me dijera "Te quiero un montón, Edgardo" pero el resultado fue desastrozo, el castellano le costaba bastante. La puta me miraba desconcertada porque ya habían pasado veinte minutos y mis pantalones seguían puestos. Cuando se cumplió la media hora un toc toc me avisó que mi tiempo se había terminado.

Entonces fui a Sacoa a ver cómo las quinceañeras jugaban al Pump. Destacó una que se hacía llamar "Dalila", una flogger con pocos recursos. Le pregunté si le podía invitar un trago o una hamburguesa. Me dijo: "volá". Uno de sus amiguitos de catorce años me miró amenazante.

Llegué al depto y me puse a preparar una gelatina Exquisita, sabor frambuesa, pero tardaba mucho en hacerse.

Como unas cuatro horas.

jueves, 5 de febrero de 2009

Tu adorable cabeza

Starts in my belly
Then up to my heart
Into my mouth
I can't keep it shut
Do you recognise
The smell, is that how you tell us apart
I fool myself
To sleep and dream
Nobody is here
No-one but me
So cool
You're hardly there
Why cant this
Be killing you
Frankenstein would want your mind
Your lovely head
Your lovely head

Your lovely head

martes, 3 de febrero de 2009

Melina y la armonía


¿Por qué todo tiene que quedarle tan bien? ¿Por qué ustedes todavía no perdieron la cabeza por ella como yo lo hice? ¿Cómo obtuvo esos brazos tan bien torneados? Miren su pose, su placidez, está tan tranquila... ¿Merece ser perturbada? Yo creo que no. Pero no tengo escapatoria, su belleza me lastima y debo reaccionar. La palabra reacción suena violenta pero en mi caso esa violencia irá acompañada de lucidez y cariño. ¿Cómo no amarla?
Pronto.
Pronto.